El pasado 19 de Enero, los alumnos
de 3º y 4º de la ESO asistimos en Valencia al colegio San Juan Bosco para ver
la representación teatral El lazarillo de
Tormes, obra anónima del siglo XIX que inaugura la tradición de la novela
picaresca española.
La obra se caracteriza por ser una
autobiografía ficticia, aunque parece real porque la acción se desarrolla en un
lugar y en un tiempo concretos.
El protagonista es Lázaro, personaje
que va narrando sus andanzas en siete capítulos. Se trata de un antihéroe que
pertenece a una clase social baja, nos llama la atención el hecho de que, a
medida que asciende de categoría social, va degradándose moralmente.
La obra empezó con la imagen de
Lázaro escribiendo una carta dirigida a un destinatario, “Vuestra Merced”, al
que le tiene que explicar su trayectoria vital. En la primera carta, cuenta que
siendo todavía un niño, Lázaro es entregado por su madre a un ciego, con el que
pasa mucha hambre y distintas penurias. Su amo, el ciego, no le da comida y él se
ve forzado a intentar mil argucias para robarle la comida y así poder subsistir,
y es castigado cruelmente por su dueño.
En las siguientes cartas, Lázaro sigue
sus andanzas con otros amos: un clérigo, un escudero, un fraile, un vendedor de
bulas, un capellán y un alguacil. La experiencia es bien parecida con cada
“amo”: con todos encuentra hambre y miseria.
Finalmente, cerca del momento en que
parece escribir la carta, logra emplearse como pregonero en Toledo y se casa
con la criada del arcipreste de San Salvador. Nos resultó muy chocante que
Lázaro ha alcanzado al final de su vida de aventuras una cierta estabilidad y
no le importan los rumores sobre la relación de su mujer con el arcipreste.
Unos pocos picores en la cabeza no tienen comparación con las hambrunas pasadas
con cada uno de sus dueños, y menos si ahora la tripa va bien llena.
Podríamos concluir que la
importancia del Lazarillo se nota en
nuestra cultura de ahora, primero dando lugar al subgénero de la novela
picaresca y, más concretamente, originando una nueva palabra que usamos muy
frecuentemente para significar a la persona que siempre queda cercana a
nosotros y nos ayuda.
A nivel artístico, el pintor
Francisco de Goya, pintó un cuadro titulado El
Lazarillo, inspirado en un pasaje del libro en el que el ciego le pide al
Lazarillo que ase una longaniza, Lázaro se come la longaniza y en su lugar asa
una hortaliza, el ciego, para comprobar el engaño le huele el aliento al
Lazarillo.
CONCLUSIÓN:
La asistencia a la representación de
esta obra fue muy didáctica y entretenida. Nos divertimos muchos con diferentes
escenas y, aunque tuvimos que esperar mucho, la espera valió la pena porque a
todos nos gusto mucho. Lo más importante a nuestro juicio es que la obra nos
hace reflexionar sobre el papel de la familia y la escuela en nuestra
educación, y de cómo la educación deviene, vía experiencia y palos, cuando
faltan los contextos familiares y la escuela. Aprovechemos lo que no pudo tener
nuestro entrañable Lazarillo, demos gracias por tener familia y colegio que se
preocupan por nuestra educación.
Lourdes Collado (4t d'ESO)